Se presentaba...

Se presentaba en clase para exhibirse diariamente. Solo un puñado de huesos después de haber logrado adelgazar. Era un buen modelo de anatomía. Mostraba y enseñaba los huesos que los muy obesos no se podían contar.

Soñaba con besar a Leire, pero siempre debía de quedar de pie, para no romperse. La notaba distante desde el día que sus labios se engancharon a una vértebra. Besar el cuello lleva su peligro, había sido una inconsciente. Recordaba como se dio a la fuga, y como él corría sonando como unas castañuelas. Todos los cotillas asomaban a la ventana, como era menester, como siempre se hizo.

Es entonces cuando le explicó que la perspectiva del amor no la dan los cuerpos, ni la opinión de la gente. El amor es algo que late entre las costillas, que envuelve cada hueso. Un genio ante el que hay que sucumbir sin preguntarse.

Es un sentimiento que deja heridas, y su cuerpo no era ideal para las suturas. Le pedía piedad a Leire, pues se partía con las gélidas temperaturas, y ella era su eje, sin el que podría descoyuntarse.

Leire pensaba y las dudas no son amor.

Se escuchó de nuevo castañear por aquellas lomas despobladas. Él partía para siempre mientras por el camino, el viento le hacia tambalearse. Su cuerpo amenazaba con convertirse en un osario. Una duna de tabas abandonada en soledad.

Misterio azul