Ella tenía, comprada por el miedo, su parcela de poder en aquel lugar. Se codeaba con otros propietarios engreídos para los que una propiedad subía escalones que posicionaban por encima de los demás.
Habían comprado las palabras y en la puerta estaba la máquina de la censura. Los halagos se filtraban como el agua, empapándolo todo, el resto se dirigía a los contenedores de mierda. No se daban cuenta que el color negro del alma no se lava con palabras, el hollín siempre delata por sus manchas en la piel.
La ortografía era la pesadilla que adornaba sus noches, bes y uves tiraban de sus párpados, les arrancaban las pestañas. En los retruécanos se perdían sus vidas, llegando a morir con el orden cambiado.
Misterio Azul
retorcidos retruecanos se ejecutan cuando a la defensiva se vive
ResponderEliminarsaludos y gracias por tu huella
ten una jornada preciosa
Sí...
EliminarGracias a ti por venir.
Un beso, Elisa.
Muchos poderosos han llegado a serlo no por su cultura,y si por su bien hacer en el trabajo y la economía.
ResponderEliminarSaludos
El esfuerzo suele ser siempre recompensado, Jose.
EliminarUn beso.
Es verdad,con halagos no se lava la suciedad del alma.Pero en un mundo donde el alma se suele llevar siempre oculta,los halagos nos dan otras satisfacciones y no importa que sean falsas...es todo tan efímero...
ResponderEliminarSaludos Misterio
A mi si me importa que sean falsas, Jerónimo... :)
EliminarUn beso.
En este mundo donde todo se compra y se vende hasta la palabra tiene un precio, afortunadamente, la menos de momento, publicar en un blog sigue siendo gratis.
ResponderEliminarBesos
Algo es algo, Narci.
EliminarBesos :)