Salió un duende del árbol, hablándome
en sueños. Ilusiones de agua que corrían por mi piel dándome alas.
No sabía su nombre y lo adiviné tarde :
“El duende Picaflor”
Al despertar, mis alas marchitas caían
entre la hierba. Marché para casa confusa, y allí estaba, entre la orquídea del
jarrón. Convertido en abeja concretaba palabras de amor.
No hay nada más hermoso que volver a
sentir la brisa que acaricia después de un triste despertar. Ahora, en el
bosque de nuevo, me entretengo oyendo el canto de los bellos jilgueros.
Melodías lejanas de un príncipe real que me espera.
Misterio Azul
16-3-2005
Hermosos sueños.Que ese príncipe azul te esté esperando siempre.
ResponderEliminarSaludos.
:) Muchas gracias, Jerónimo...
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Cuando estás triste y te llega ese soplo con una suave y acariciante brisa de felicidad, es cuando empiezas a saborear el aroma de las flores y los distintos cantos del bosque.
ResponderEliminarSaludos
Así es, Jose :)
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